Erase una vez,... Un mono que quería ser gamo.
El mono se debatía constantemente entre su naturaleza y el aprendizaje férreo al que fue sometido. Por algún tiempo, creyó que debía encontrar una mona que colmara todas sus expectativas y lo hiciera sentirse gamo. Así pasó su juventud y parte de su mediana edad, debatiéndose entre lo que debía ser y lo que su naturaleza le hacía desear. El mono se atrevió a saltarse las reglas sociales muchas veces, permitiéndose experimentar con diferentes monas, solo por conocer y conocerse, siendo señalado por aquellos monos y monas que habían sido convencidos de lo inmoral de dicho comportamiento, actuando est@s, como verdaderos guardianes de las leyes tácitas de relación entre la manada.
Nuestro amigo, cedió en más de una ocasión al dictado de las normas, enganchándose por un tiempo a una mona en particular y pensando que eso era lo natural. Así pasó largas temporadas guardando fidelidad a su mona, hasta que un día, volvió a sentir la necesidad de conocer y conocerse mejor. Cada vez que esto ocurría, traspasaba lineas que pocos se permitían pasar. Normalmente después de cada rotura de límite venía una ruptura de pareja...y vuelta a empezar.
El mono, cansado de luchar contra sí mismo y el resto de la manada, decidió hacerse su propio poli y esconderse para experimentar su naturaleza y poder conservar una pareja que le hiciera sentir gamo. Todo fue bien durante algún tiempo, él no sentía que le fallaba a nadie, solo se dejaba llevar por la curiosidad de vivir, veía todas las posibilidades de aprendizaje que le aportaban otros matices a su sexualidad y su vida.
Mientras el vivía esa doble vida de poli y mono, se planteaba si era un mono malo o simplemente no podía evitar rendirse a su naturaleza, fue entonces cuando conoció al homo-sapiens Puncet, el cual le presentó a muchos científicos que le explicaron que su forma de experimentar la sexualidad no era tan especial y que había muchísimos monos y monas compartiendo la misma filosofía de vida, eso sí, todos a escondidas para no herir a nadie. Ellos le contaron que el cuento del... "mono que quería ser gamo"... era muy antiguo, pero se reafirmaron en que no había nada de natural en ello, que todo eso era una creencia impuesta por los sistemas para estructurar las masas, fomentando miedos de todo tipo y castrando la libertad. La única deslealtad es ir contra uno mismo todo el tiempo, tan solo porque lo marcan los cánones. El libre albedrío lo inunda todo, ninguna opción es mejor que otra, solo son formas distintas de experimentar la misma cosa.
Desde ese día,... dejó de ser poli, mono y gamo. Se marchó de la manada y dejó escrita esta frase:
"Solo se es capaz de vivir aquello que se necesita, todo lo demás son prejuicios".